Paisana nace en 2011 como el resultado de un proceso de revisionismo genealógico personal posparto. En aquél entonces, siendo madre y queriendo pasar tiempo cerca de mi hija, me dí cuenta de que quería un trabajo que reuniera y me ayudara a expresar y compartir con el mundo varias de mis expresiones artísticas (dibujo, fotografía, diseño e incluso la escritura). El emprendedorismo recién empezaba a tomar fuerza por aquellos años y los que nos animábamos a soltar las largas horas de oficina éramos bastante raros. Hoy en 2021 ya es costumbre.


ELA, mi HIJA

El camino no estaba muy claro pero poco a poco, y con el correr de los meses, apareció en mis manos una aguja, y con ella una nueva manifestación artística, el bordado, del cual no tenía nociones ni registro familiar. Así el bordado empezó siendo una necesidad expresiva medio lúdica, y devino en una práctica contemplativa y creativa, todo en medio del caos transformador que pueden ser los primeros meses de la maternidad. Y enseguida surgió la idea de intervenir la primera boina por sugerencia de mi mamá, accesorio muy utilizado en la rama paterna de mi familia en el campo, así como en la materna por mi abuela francesa que adoraba usar boina.


 
MI ABUELA MATERNA
 
MI ABUELO PATERNO

Las primeras boinas eran intervenidas con puntadas sin nombre y tan solo como una expresión artística floral y textil. Poco a poco me empecé a interesar, adentrar y especializar más en el oficio aprendiendo con mujeres de Buenos Aires  (de la entonces Asociación Argentina de Bordadoras), de tutoriales online y libros especializados. Y me inspiraban varias artistas emergentes del rubro como Adriana Torres, Jazmín Berakha, Guillermina Baiguera, entre otrxs ilustradores.

Así, mes a mes, punto a punto todo se fue transformando en algo que ni yo misma hubiera imaginado, o planeado.


PRIMERAS BOINAS

La curiosidad y la diversión por experimentar otros soportes me  llevaron a intervenir el portón de chapa perforada de una amiga paisajista -luego socia, con quien recorríamos la zona del Bajo de San Isidro (zona de humedales) aprendiendo juntas sobre la flora nativa, y despertando así otra pasión y necesidad: la de la conexión con la naturaleza.


1er MURAL DEL BAJO, 2014

Mis boinas eventualmente llegaron a la boutique del hotel Faena y a muchas amantes del campo argentino -de Buenos Aires y de muchísimas otras provincias. Otras viajaban al exterior como regalos significativos criollos. Al mismo tiempo iban llegando pedidos especiales como la reproducción de un antiguo escudo argentino para Rocío González y otras solicitudes: vestidos de novia para Lucía Cornejo, respaldos de cama para Olivia D, bombachas de campo y ruanas para Chufy, un mural bordado para Casa FOA, escarapelas para PATRÓN Buenos Aires (una de las cuales llegó a manos de la exgobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal), talleres en el Museo Quinta Los Ombúes, en Uruguay y en distintas provincias, colaboraciones con otros artistas y emprendedores, e incluso una solicitud del Museo PROA -diluida por la pandemia de 2020.

Así fui formando mi propio equipo de bordadoras y proveedores, con quienes trabajamos codo a codo para difundir, honrar y poner en valor el ser argentino, con sus símbolos, costumbres y naturaleza, a través de la producción y venta de varios productos artesanales.


-Mercedes Güiraldes, febrero 2021